Blog de Inmobiliaria Sevilla 2000

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martes, 12 de mayo de 2015

Se compran más viviendas, las entidades financieras han empezado a conceder más préstamos hipotecarios!

Al margen de pequeñas divergencias estadísticas entre notarios, registradores, Ministerio de Fomento y algunas tasadoras, la tendencia está clara: el mercado inmobiliario residencial ha entrado en una senda de crecimiento sostenible. Por primera vez desde que en 2007 arrancase el enorme crash que se llevó por delante la mitad de la actividad.
Se compran más viviendas, las entidades financieras han empezado a conceder más préstamos hipotecarios –desde junio de 2014 se acumulan nueve meses de alzas y el aumento interanual rozó el pasado mes de marzo casi el 30%–, los visados para obra nueva crecen y los promotores, solos o de la mano de los propios bancos, han comenzado a comprar suelos para acometer proyectos en las mejores localizaciones céntricas de Madrid, Barcelona y las zonas del litoral mediterráneo más demandadas, como la Costa del Sol y Levante, y los dos archipiélagos, Baleares y Canarias.
Pero todo con una gran cautela, derivada de la incertidumbre económica que todavía subyace en España, con un mercado laboral de cientos de potenciales compradores cuya temporalidad e ingresos reducidos no ofrecen márgenes suficientes para plantearse la adquisición de una vivienda.
No obstante, las bases de crecimiento se están dando. “No de manera generalizada en toda España, ya que hay muchas zonas donde todavía no han terminado los ajustes, pero sí en micromercados de Madrid, Barcelona y la Costa del Sol”, apunta Pablo Méndez, director de suelo de la consultora Aguirre Newman.
El problema es que la oferta en esas zonas con mayor demanda resulta muy limitada. “El ideal de los empresarios de encontrar parcelas finalistas para construir entre 50 y 100 viviendas resulta muy restringido. Apenas hay”, reconoce Jorge Almagro, director comercial de residencial, urbanismo y suelo de JLL. Por eso, cuando se ofrecen, existe gran competencia por hacerse con ellas.
“Se está comprando suelo al contado”, subraya Méndez, lo que implica que solo puedan entrar en estas operaciones promotores y gestoras de cooperativas solventes, que no requieren financiación para realizar la compra al disponer de recursos propios suficientes. Entre los primeros, algunos, pocos, que lograron salir del ciclo expansionista con un endeudamiento financiero asumible o prácticamente inexistente, como Via Célere, ACR, Amenabar, Pryconsa o CP.
Los precios residenciales han tocado suelo y las promotoras solventes vuelven a lanzar proyectos
Inmobiliarias que, sin embargo, se tienen que conformar con comprar solares de un tamaño no excesivamente grande, ya que los suelos finalistas de importantes dimensiones parecen un coto reservado para gestoras de cooperativas, como Domo o Ibosa, capaces, gracias a las aportaciones de sus socios, de adjudicarse las mayores fincas que están ofreciendo las Administraciones públicas poniendo sobre la mesa cantidades a veces superiores a los 100 millones de euros.
Lo de contar con el suelo pagado resulta indispensable para que las entidades financieras respalden proyectos que les son ajenos. De lo contrario, ni se lo plantean. Han aprendido la lección. “Los bancos, ya con la garantía, han vuelto a dar crédito promotor a un tipo más ajustado que hace dos años, con una media de euríbor más 1,5 puntos”, indica Méndez.

Vuelve el crédito

También se ha reducido el porcentaje exigido de precomercialización de viviendas. De prácticamente obligar a las inmobiliarias a tener vendida casi en su totalidad la promoción, a aceptar dar el préstamo con un mínimo del 50% de viviendas señalizadas.
Entre esos micromercados estratégicos está el de Arroyo Fresno, en Madrid. Allí, dos promotoras solventes, CP y Amenabar, no han tenido problema alguno en pagar casi 65 millones de euros a la Sareb, el banco malo, por todos los terrenos que tenía disponibles en ese ámbito, en los que existe edificabilidad para construir unas 450 viviendas.
Ambas promotoras saben lo que se hacen. Los primeros 50 pisos fueron vendidos sobre plano en una semana. Como en los mejores tiempos de la burbuja inmobiliaria. Y además han conseguido hacerlo a unos precios relativamente altos, a partir de 450.000 euros por viviendas grandes, de cuatro y cinco dormitorios, con una superficie mínima de 150 metros cuadrados. ¿Los clientes? Familias con hijos y con una solvencia económica contrastada.
Estos precios ponen sobre la mesa la gran brecha que se está abriendo entre unas zonas y otras. Siempre hubo diferencias, pero ahora, en la salida de la crisis, estas se están acentuando. En los barrios con mayor demanda del centro de Madrid o los desarrollos de nuevo cuño, como Arroyo Fresno o Valdebebas, que está a pleno rendimiento tras haber superado un sinfín de reveses jurídicos, con 5.000 viviendas construidas y otras 8.000 pendientes de levantarse, se vuelven a vender pisos con el precio del metro construido en torno a 3.000 euros, y con tendencia al alza. Pero en otras zonas los precios han caído y lo siguen haciendo incluso por debajo de los niveles que se daban al inicio de la fase expansiva de la pasada década, con innumerables pisos de segunda mano en venta por debajo de los 1.000 euros por metro.
“Sí estamos apreciando cierto repunte de precios en algunas zonas con demanda y poca oferta”, apuntan desde JLL, pero queda lejos de ser una situación generalizada. Y, desde luego, el ajuste ya está prácticamente hecho. Este ajuste ha provocado que ya no se venda cualquier apartamento en cualquier zona por 250.000 euros o más, como ocurría en la época álgida de la burbuja inmobiliaria, hace ahora justo una década. Ya no. Ahora, en Madrid, en zonas como los PAU de Vallecas o Carabanchel, el mismo piso cuesta 100.000 euros menos.
Lo que aún no se aprecia es que, en el corto plazo, puedan moverse las grandes bolsas de suelos urbanizables que quedaron a medio desarrollar al sobrevenir la crisis. “No estamos todavía en ese escenario. Son suelos de otra época, demasiado grandes para ser financiados. Parece razonable pensar que habrá que gestionarlos de otra manera. Cambiar el modelo para que puedan desarrollarse por fases”, explica Ángel Méndez, consultor de Aguirre Newman. “Queda aún mucha vivienda usada por vender”, corrobora Almagro.
No obstante, actualmente se parte con una ventaja. Gran parte de esos terrenos ya están ordenados, con la tramitación urbanística terminada e incluso en algún caso con las obras de urbanización iniciadas, lo que, llegado el punto de que la demanda fuera lo suficientemente amplia, facilitaría la puesta en carga edificatoria en un espacio relativamente corto de tiempo.
En Madrid capital, operaciones como la de Campamento o Chamartín vuelven a moverse dos décadas después de que lo hicieran por primera vez, y los desarrollos de Sureste también están ahí, esperando que, en algún momento, puedan ponerse en marcha.
Si las decisiones judiciales pendientes o un cambio radical de la situación política tras las elecciones del próximo 24 de mayo o de las posteriores nacionales no lo impiden, en unos meses podría haber novedades sobre el inicio definitivo de algunas de estas grandes actuaciones.